Internacional y Diplomacia
Cóndor también acechó en Venezuela
El 27 de agosto
de 1975, Manuel Contreras, jefe de la DINA chilena, aterrizó
en Caracas para solicitar el ingreso de los organismos de inteligencia
venezolanos a la operación que más tarde sería bautizada
Cóndor. Contreras quería iniciar en Venezuela el plan que
costó la vida a miles de exiliados chilenos en Suramérica.
El premiado periodista de investigación John Dinges compila y comenta
los detalles de una operación internacional que asesinó
a una gran cantidad de opositores de las dictaduras militares
El 25 de agosto de 1975, Vermon Walters,
número dos de la CIA, la Agencia Central de Inteligencia
de Estados Unidos, ofreció un almuerzo a un invitado
poco habitual.
Manuel Contreras, mano derecha del dictador chileno Augusto
Pinochet, y jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia
de Chile (DINA) llevaba una propuesta concreta a
Washington: solicitar apoyo para un plan internacional que
combatiera a los enemigos que el régimen de Pinochet
consideraba terroristas.
Fuera de Chile, la oposición parecía organizarse
y los altos dirigentes que podían conspirar contra
la dictadura militar se encontraban exiliados en otros países
de América del Sur, Europa y Estados Unidos.
Pinochet había acordado con Contreras perseguirlos
hasta donde hiciera falta, para lo cual intentaría
seducir a varios gobiernos del continente para que colaboraran
con este plan.
Al escuchar los planes de Contreras, Walters lanzó
una sugerencia: "Habla con Venezuela. Nosotros trabajamos
muy bien con ellos". La propuesta hizo que Contreras
viajara tan sólo dos días después, el
27 de agosto, a Caracas para presentar sus planes a Rafael
Rivas Vásquez, director de la Disip, con quien inició
una ronda de contactos para convencerlo de su ingreso a la
operación que luego sería bautizada Cóndor.
Como éstos, los pormenores de los contactos internacionales
y la red terrorista que tejió Cóndor en el continente
han sido materia de investigación para el periodista
John Dinges, galardonado con los premios Maria Moors Cabot
en 1992 y el DuPont Columbia University Prize en 1993. Dinges,
quien fue corresponsal en Chile para la revista Time,
ABC Radio y The Washington Post
durante la década de los setenta, resume años
de trabajo en su libro Operación Cóndor, una
década de terrorismo internacional en el Cono Sur.
Allí se expone el entrelazado oculto de una red asesina
que apenas hoy, 30 años después de sus inicios,
comienza a desvelarse.
Para su investigación, Dinges realizó más
de 200 entrevistas a quienes tuvieron relación directa
con esta operación. También trabajó con
2.000 páginas de documentos hasta ahora clasificados
que pudo obtener apelando a la Ley de Libertad de Información,
FOIA, vigente en Estados Unidos.
Muchos capítulos hasta ahora desconocidos en la Operación
Cóndor son abordados en la investigación de
Dinges. Uno de los más novedosos supone el interés
de Contreras por iniciar su red terrorista en Venezuela, puesto
que una gran cantidad de importantes exiliados chilenos residían
en el país.
En una entrevista que Dinges sostuvo con Contreras, el ex
jefe de la DINA aseguró que la CIA le recomendó
trabajar directamente con la inteligencia venezolana. Los
servicios de inteligencia de las contaban -al menos- con un
funcionario estadounidense a tiempo completo, tal como confesó
el propio Carlos Andrés Pérez a Dinges.
El periodista asegura que los servicios de inteligencia venezolanos,
comandado por agentes entrenados por la CIA, muchos de ellos
cubanos, prácticamente se habían convertido
en una filial de la Agencia estadounidense.
Luego de su visita con Walters, Contreras fue recibido en
Caracas por Rafael Rivas Vásquez, director de la Disip,
quien lo invitó a cenar con el comisario general del
organismo, Orlando García. Contreras venía dispuesto
a convencer a los jefes de la Disip a que entregaran información
sobre todos los exiliados chilenos que vivían en el
país.
A cambio, el régimen militar presentó información
de inteligencia sobre la JCR, un movimiento revolucionario
con pretensiones continentales, que tenía sede en Buenos
Aires.
Contreras sabía bien con quién estaba negociando:
tanto Rivas de origen cubano y claros opositores al comunismo
que se instauró en la isla y que supuestamente amenazaba
con extenderse por el continente.
En esa cena, Contreras presentó a los directores de
la Disip un argumento de peso: la JCR pensaba mudar su sede
de Buenos Aires a Caracas, según se pudo conocer en
los interrogatorios que realizó la DINA a Jorge Fuentes
y Amílcar Santucho, dos importantes dirigentes de la
JCR apresados y torturados en Argentina.
García testificaría el 29 de junio de 1978 ante
el Gran Jurado del Tribunal del Distrito de Columbia, en Estados
Unidos, que Chile solicitó al Gobierno venezolano entregar
a los exiliados perseguidos por la dictadura militar. El régimen
de Pinochet se haría cargo de todos los gastos.
Los funcionarios de la Disip estaban conscientes de la cantidad
de vidas que corrían peligro si Venezuela aceptaba
el ofrecimiento, comentó García.
Según consta en la investigación de Dinges,
el fallecido Rivas Vásquez confirmó ante el
mismo jurado que Contreras explicó a los servicios
de inteligencia venezolanos sus planes inminentes de expansión
a otros países. La DINA estaba entrenando a agentes
que colocaría en las embajadas de Chile, donde servirían
de conexión entre los servicios de inteligencia de
cada país y los chilenos.
Contreras entregó a la Disip un conjunto de códigos
y claves para las comunicaciones por telex de la DINA. Ofreció
modernos equipos de computación y se jactaba de contar
con grandes recursos para sus operaciones, contó García.
Al parecer, el hombre fuerte de Pinochet tenía la seguridad
de que Venezuela ingresaría en la Operación
Cóndor o, al menos, una firme aspiración. No
por casualidad, el ex jefe de la DINA invitó a Rivas
Vásquez y a García a una reunión en Santiago
para presentar oficialmente los detalles de Cóndor.
Los gastos serían asumidos por el Gobierno chileno.
El propio Contreras confirmó su entrevista con la Disip
y explicó que la visita a Caracas formaba parte del
plan de venta de su operación a otros servicios de
inteligencia.
No obstante, según Dinges, el ex presidente Carlos
Andrés Pérez vetó cualquier participación
venezolana en este plan. De acuerdo con los testimonios y
documentos obtenidos por el periodista, fue Pérez quien
frenó de inmediato las propuestas que habían
sido escuchadas con atención por algunos sectores de
los organismos de inteligencia venezolanos que temían
que la JCR se instalara en Caracas.
Asesinato frustrado
En 1976, la Operación Cóndor había
comenzado a operar con una importante red de terroristas italianos
y cubanos anticastristas que ayudaría a extender sus
redes en Estados Unidos y Europa. Para ese entonces, como
consta en la investigación de Dinges, Contreras ya
había trasladado su atención fuera de las fronteras
de Chile, puesto que la oposición se encontraba casi
en su totalidad en el extranjero.
El departamento de Exterior de Chile reclutó a un nuevo
agente cubano, Rolando Otero, quien había llegado a
Santiago huyendo del FBI por haber colocado una bomba en Miami.
La DINA entregó en Chile un encargo al prófugo:
asesinar a Andrés Pascal, sobrino del ex presidente
chileno Salvador Allende y alto dirigente del MIR, Movimiento
de Izquierda Revolucionario de Chile, quien para ese momento
estaba refugiado en Costa Rica. Otero viajaría a San
José y recibiría refuerzos de otros cubanos
que vendrían de Miami para ejecutar el asesinato.
Sorprendentemente, una jugada de los servicios de inteligencia
venezolanos frustro el plan. Realmente Otero era un doble
agente:
trabajaba para la DINA, pero también para la Disip.
Por ello, el espía cubano no voló a San José,
sino a Caracas, e informó a la Disip acerca de los
planes de la DINA para asesinar a Pascal. El ex presidente
Pérez alertó a su homólogo costarricense
Daniel Oduber Quirós, quien ordenó la protección
de Pascal y su compañera Mary Anne Beausire. Los cubanos
provenientes de Miami fueron detenidos a su llegada a Costa
Rica.
Otero también había entregado a la Disip una
gran cantidad de información de inteligencia sobre
las operaciones chilenas. Destacaba una nota que advertía
las intenciones de la DINA de establecer una base en Florida,
coordinada por exiliados cubanos, para perseguir a los opositores
al régimen de Pinochet que vivían en Estados
Unidos.
Luego del fracaso del asesinato de Pascal, la inteligencia
venezolana advirtió a Otero que no regresara a Chile,
pero el agente desobedeció las recomendaciones.
Los mismos dirigentes chilenos que viajaron con Contreras
a Caracas para buscar sociedad con la inteligencia venezolana,
ordenaron la captura de Otero, quien fue apresado y torturado.
Semanas después, el FBI ordenó el traslado de
Otero a Estados Unidos y sus declaraciones condujeron a la
captura de Michael Townley, quien asesinó al ex embajador
chileno en Estados Unidos Orlando Letelier.
La multinacional del terror
El repaso por las historias entrelazadas por el terror
internacional de Cóndor llevó a Dinges a dedicar
seis años a una exhaustiva investigación.
Sobre la que es quizás la más conocida operación
asesina del continente, el periodista destaca especialmente
sus hallazgos en los procedimientos sistemáticos utilizados
en todos los casos. "El gobierno militar de Pinochet
se percató de que las cooperaciones con los organismos
de inteligencia de otros países no eran efectivas.
Se necesitaba crear una alianza internacional estrechamente
coordinada, por lo cual Cóndor tomó vuelo.
Todos los asesinatos tenían un procedimiento muy preciso
y sistemático", explica Dinges.
El propósito de investigar a fondo los tentáculos
de Cóndor surgió de la cobertura periodística
que Dinges realizó en Chile durante la década
de los setenta. Fue el único periodista estadounidense
acreditado en aquella época en el país. El asesinato
de Orlando Letelier y el juicio del caso en junio de 1978
sirvieron como puerta de entrada a un exhaustivo trabajo periodístico
que sellaría un importante capitulo de la historia
de América Latina.
Dinges no tiene dudas sobre la responsabilidad directa de
Pinochet en el caso y del apoyo logístico que el Gobierno
de Estados Unidos ofreció a la inteligencia chilena
durante los años de Cóndor. "La CIA permitió
que la DINA utilizara enciframientos de mensajes bajo la estructura
estadounidense. Esto sólo es posible cuando hay un
claro intercambio de información. También quedó
demostrado, luego de la desclasificación de algunos
documentos durante el gobierno de Bill Clinton, que la CIA
disponía de información para evitar el avance
del plan", asegura Dinges.
No obstante, algunos sectores gubernamentales de Estados Unidos
estaban ciertamente preocupados por el asunto de los derechos
humanos en América del Sur, aunque no siempre actuaban
en consecuencia con esta preocupación, arguye el periodista.
"Henry Kissinger ordenó a sus embajadores en los
seis países de Cóndor que la inteligencia estadounidense
conocía los planes para ejecutar asesinatos en Estados
Unidos y Europa. Pidió a los embajadores advertir a
los presidentes de esos países que si esos planes se
llevaban a cabo, las relaciones con Estados Unidos quedarían
seriamente afectadas. Pero por alguna extraña razón,
el mensaje de Kissinger no llegó a Pinochet.
"Pude conocer que la embajada estadounidense recomendó
que esa advertencia debía enviarse de la CIA a la DINA.
Hubo una tardanza de seis semanas en el envío del comunicado.
Este retraso permitió el asesinato de Letelier.
"Estoy seguro de que si Pinochet hubiese recibido a tiempo
el mensaje de Washington, no hubiesen matado a Letelier",
comenta Dinges.
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